sábado, 12 de marzo de 2011

¿Adiestramiento de perros para pelea en la Plaza de las tres Culturas?


Perro "Pit bull"
Por Efraín Damián Carlos Ramírez

Paseaba la semana pasada con Franco cuando apenas oscurecía. Armado con un par de bolsitas negras biodegradables para cualquier eventualidad canina y con uno de los perros más dóciles y obedientes del lugar, cuando de pronto… salía del pórtico y se escuchaba una reunión perruna en la Plaza de las Tres Culturas, poco a poco fui acercándome y los decibelios aumentaban.

Los fuertes ladridos de varios perros se hacían cada vez más presentes. Casi al final del pasaje que atraviesa la zona arqueológica, a un costado de la ex-clínica 27del IMSS, advertí que había alrededor de una decena de perros pit bull con unas 15 personas en la parte poniente de la plancha, muy cerca del barandal.

Los perros, maduros y sujetados con cadenas, esperaban su turno para una prueba de poder y fuerza que consistía en poner a dos perros en cada extremo de una cadena acondicionada en su final para soportar la mordedura de los canes. Azuzando, los dueños en turno alentaban al animal a ganarle al otro en, quizá, recorrer un tramo. Así es, todo esto pasó en frente de la caseta de policía que está junto a las astas bandera. La gente miraba y pocos decían algo.

Un señor que parecía ser el más preocupado me dijo “¡Cómo es posible! Aquí en plena plaza” Ambos fuimos a la caseta a reclamar por el hecho. La Policía Araceli Rodríguez, tardó mucho en atender, pues había trabajadores en la caseta y estaba ocupada. En instantes pidió refuerzos, refuerzos que no llegaron en 35 minutos y que al final del tumulto sólo llego un hombre a pie. La policía habló con el encargado del evento. Indignado y enojado por tan poca sensatez acudí a reclamar por la inconsciencia y la inseguridad, por los perros (suyos y nuestros).

Es sumamente reprobable que se adiestren perros con fines irracionales y poderío, pues ese tipo de prácticas, con esos perros, no son de rescate, de ayuda visual, o de sana compañía. En un momento ya teníamos a los participantes a nuestro alrededor. El encargado estaba dispuesto a resolver el problema a golpes, la oficial tranquilizo.

La oficial titubeaba, les solicité credenciales. Ninguno vivía en Tlatelolco pues lo único que pretendían era el anonimato y al fin del incidente caminaron rumbo al sur. No paso a mayores, pero algunos dijeron que no era la primera vez que lo hacían, y que sus encuentros los tienen en la tercera sección.

La policía no sabía por qué tenía que hacer algo, una señora incluso vaciló diciendo que ella entonces podía andar desnuda por la calle, y la otra contesto que ese era su problema. Sin duda la oficial estaba sola, pues la ayuda nunca acudió, pero no tenía ni idea de la Ley de Cultura Cívica del Distrito Federal. Nuestra tarea, con lo poco o mucho que sepamos, es exigir seguridad pública si no la hay, y la de los oficiales es mínimamente saber ciertas normas de urbanidad y actuar por ellos mismos si no las hay. Por suerte a la oficial no se le presentó un asunto más peligroso, sino qué peligro para todos.

Correo recibido el 23 de febrero.


1 comentario:

  1. Es de suma importancia lo que en estas líneas expresas. ¿Sabes? muchos casos como estos se presentn en el DF y en muchas partes del mundo. Lo destacable que tomo de tu experiencia es tomar frente a lo que observamos cada día y que nos ayuda a tomar otra postura frente a la vida.

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