martes, 25 de junio de 2013

Elogio de la bicicleta

 Por Aurelio Cuevas (Sociólogo)

Bicicleta sí, pero no en los andadores peatonales de Tlatelolco

Elogio de la bicicleta, libro del antropólogo Marc Augé (Edit. Gedisa, 2009), autor de diversas obras sobre los efectos de la globalización en las relaciones humanas, ilustra la búsqueda de nuevos vínculos del habitante urbano con su entorno geográfico. En este sentido Augé postula que la bicicleta es el medio de transporte idóneo para humanizar la forma de vida en las urbes populosas de nuestro tiempo, dado que permite al individuo desplazarse de manera libre, imaginativa y ecológica por la gran ciudad.


El autor propone, entre otras cosas,  rediseñar las formas de movilidad ciudadana mediante la proliferación de los bici-carriles, donde los partidarios del pedaleo circulen seguros  y sin apremios de los automovilistas; de este modo la imagen del ciclista se convertirá en algo familiar en las múltiples ramificaciones y senderos que constituyen el tejido urbano. El esfuerzo físico se conjugaría entonces con la sensación de redescubrir el lugar donde se habita, sin depender de las rutas fijas del transporte público ni del encapsulamiento extremo representado por el automóvil particular.

Los beneficios de lo que el autor denomina movimiento ciclista global  serían enormes, destacándose los siguientes: no consumo de gasolina, no emisión de ruidos, liberación del stress o tensiones de la vida cotidiana, aumento de la sensación de bienestar o felicidad en el ánimo del ciudadano promedio, entre muchos otros. Para Augé la defensa de la bicicleta como medio de transporte -masivo e individual al mismo tiempo- reconstruiría el tejido social en las ciudades, que hoy –y sobre todo mañana- representan los centros más poblados del mundo. A su juicio los lazos de convivencia y solidaridad humanos experimentarían una gran transformación positiva.  

M. Augé considera que el velocípedo es un medio de transporte multifacético dado su uso por las clases trabajadoras, por los competidores deportivos o por quienes desean realizar un paseo en su tiempo libre. En la introducción de su obra nos dice: “La bici forma parte de la historia de cada uno de nosotros. Su aprendizaje remite a momentos particulares de la infancia y la adolescencia. Gracias a ella, todos hemos descubierto un poco de nuestro propio cuerpo, de sus capacidades físicas, y hemos experimentado la libertad a la que está indisolublemente ligada…

El libro hace un breve recorrido por el papel de la  bicicleta en la historia francesa (y europea) del siglo XX, describiendo su relevancia en el imaginario popular. De singular relieve es la parte donde describe como, en un mundo anterior a la televisión, correspondía a la radio y la prensa realzar la figura del héroe deportivo que con su vehículo de dos ruedas ganaba competencias atravesando carreteras y zonas montañosas (Tour de Francia).

Para Augé es muy importante el hecho de que en años relativamente recientes en muchas ciudades europeas proliferen las estaciones de bicicletas alquiladas facilitando así al transeúnte su libertad de movimiento. Al mismo tiempo los usuarios de tales bicis se multiplican posibilitando que tengan un contacto más cercano, singular e imaginativo con el espacio urbano. Esta experiencia está siendo retomada en varias de las principales ciudades del mundo.

En la parte final de su libro el autor subraya que  si “la práctica de la bicicleta nos ofrece la posibilidad de sumergirnos en los recuerdos de la infancia y en la continuidad de la propia vida, podemos llegar a la conclusión de que la experiencia de la práctica ciclista es una prueba existencia fundamental que asegura la conciencia identitaria de aquellos que se entregan a ella: pedaleo, luego existo.”

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