viernes, 25 de octubre de 2013

EL COLGADO, en Tlatelolco y otros lugares

Reflexiones desde el insomio

Por José María Arellano Mora

Esos instantes se me hicieron eternos y, en el aire, se olía la incertidumbre, ¡vamos! se percibía en el ambiente…
La mamá de mi amigo, desde la ventana de su departamento, nos gritó –de manera firme: suban a la casa, pero ¡¡Yaaaa!!.
Años después, comencé a hilar -y comprender- cada fragmento de los hechos sumados a las pláticas con quienes en su momento y a su modo vivieron esos días. Y, en especial, ese 2 de octubre del 68.
Días previos se veía rondar a soldados en los pasillos de la Unidad y en puntos específicos se veían tanquetas militares, al parecer estratégicamente. Por igual, en días anteriores, mi hermano y yo vimos, un camión de transporte público humeante sobre la avenida Nonoalco y calle Zarco, cuando fuimos a dejar a nuestro abuelo paterno a la Estación Buenavista de ferrocarriles.
Años después el amigo Martín –mayor de edad en relación a la nuestra- salió en la televisión -lo entrevistaron- él contestó orgulloso y aseveró haber estado en la plaza justo el 2 de octubre. Días después nos lo encontramos y le dijimos: “¡¡semejante mentira ni tú te la crees!!”- y soltamos en carcajadas – que seguro retumbaron hasta su cerebro.
-¡Vaya! Pues, si ustedes no me creen no faltara quien sí lo haga –¡recontra convencido! nos contestó Martín.
Joel lo desafió: ¡¡Mira tuuú!! afirmando semejante invención, si te la pasaste en tu casa, escondido, nunca participaste, te la pasabas echando rollo, pero a la hora de hacer propaganda ni siquiera fuiste capaz de pegar un cartel enfrente de tu edificio. Y ahora, eres peor, siempre argumentaste padecer un trauma producto de haber visto los muertos en la Plaza de las Tres Culturas... y, ahora resulta, que estuviste en el mitin del 2 de octubre… ¡te la jalas!
Todos nos quedamos en silencio, al escuchar a Joel, quien siempre participaba y poco hablaba - cuando recién lo conocieron algunos afirmaban o dudaban sí era mudo.
Y, desde entonces le decimos a Martín: “el colgado”, como a todos aquellos que se cuelgan del movimiento estudiantil del 68 y de Tlatelolco para fines personales.
El trinar de los pájaros, al exterior de la ventana de mi estudio, me indica, que el día ya empezó.

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