jueves, 18 de agosto de 2016

El Peje: franciscano

Alejandro Mario Fonseca
A Ernesto Castellanos
Para convertirme en profesor de Yoga reconocido por la Yug, Yoga Yoguismo y por la Gran Fraternidad Universal (GFU), tuve después de dos años de estudio y entrenamiento, que afrontar algunos retos.
El Más difícil fue el de un ensayo corto, máximo de 20 cuartillas que hablara de algo relacionado con la disciplina y que resultara útil. Decidí escribir sobre los Yoga Sustras de Patanjali, para mí uno de los grandes paradigmas de la filosofía del Yoga.

Andres Manuel López Obrador

Así qué como tenía 6 meses para entregar el ensayo, me puse a estudiar. Conocí las obras de Iyengar el máximo súper star del Yoga en la actualidad (algunas, porque son muchas); las de Osho, que todavía sigo releyendo ya que no es tan claro como Iyengar pero sí es  más profundo; las de Krishnamurti; las del Maestre de la Ferriere, el fundador de la GFU; y algunos escritos antiguos, como el  Shiva Samhita, que fue el que más trabajo me dio porque es exageradamente  alegórico y reverencial; el Gheranda Samhita, que es más un manual de ásanas (posturas de Yoga) que otra cosa; y finalmente al mismísimo Bhagabad Gita, un hermoso texto bíblico hindú, que además resulta una verdadera obra de arte.
Jeshua el Maestro
En esta entrega quiero compartirles un aspecto filosófico importantísimo para los mexicanos, ahora que parece aproximarse una verdadera reforma educativa: el concepto de Dios entendido como un Maestro. 
Hay muchas maneras de iniciar la práctica del Yoga. Ante todo, Patanjali describe el método de entregarse uno mismo a Dios (Isvara). Implica el desapego del mundo y el apego a Dios, y sólo es posible para aquellos pocos que han “nacido adeptos.”
Hasta aquí, pareciera que tan solo Patanjali nos ofrece una oferta muy parecida a la que, en nuestros días, nos hacen  las sectas cristianas protestantes: ¡sólo los elegidos!
Sin embargo, todo se vuelve a iluminar, ya que Patanjali define a Dios como el Ser Supremo, totalmente libre de toda aflicción y de los frutos de la acción. En Él mora la incomparable semilla de todo conocimiento. Es el primero y más importante de todos los maestros incondicionado por el tiempo,  el lugar y las circunstancias. 
Sí, igualito a nuestro Dios, bueno a su hijo, el Maestro Jesús (Jeshua), y  ante este concepto, no nos queda más que hacer una reverencia al sabio Patanjali: Dios es Paramnatma, Alma Suprema, el Sí-mismo Universal. Yo añadiría, con toda humildad y siguiendo la tradición del Yoga tántrico y del Nuevo Testamento: Dios ya está en nosotros y el camino es descubrirlo.
 Aquello de “los elegidos” o “nacidos adeptos” lo interpreto más, como una motivación o un reto, que como una discriminación o jactancia; hay que recordar que para las filosofías orientales en general, la virtud de la humildad ocupa un lugar esencial. También para el cristianismo, en sus orígenes.
La imagen política del Peje
Y esto último me da pie para ir al grano de mi crítica política del día de hoy. ¿Qué pretende el Peje con eso de su “tres de tres”? Que resultó “vacía”, es decir nos sale con que no es  dueño de nada. Todo mundo se ríe, nos quiere ver la oreja, o todavía peor porque  ¿qué tal si fuera cierto?
Y sí querido lector, estamos dando en el clavo, el Peje, “nuestro Peje”, “la salvación de México”, resultó ser un balandrón, un fanfarrón que se las da de muy valiente, es decir un botarate,  vago, chalado, y hasta  bohemio en el mejor de los casos: ¿se le pasaron los tragos y se puso muy hablador, muy charlatán?
Y me quedo corto, a ver ¿cómo está eso de que no tiene bienes? Aahhh porque ya los cedió, ¿a quién? Pues a su esposa y a sus hijos. Je je je o sea que todo es una farsa, una pose política, quiere aparecer puro, como el maestro, el mesías, que no era dueño de nada, más que de los harapos que portaba. O ya de perdis, quiere parecerse a los franciscanos.
Si su partido se llama Morena, como la virgen de Guadalupe, la deidad más popular de México, ¿por qué no él iba a ser lo más parecido posible la maestro Jesús, o a Francisco de Asís?
Y ya para rematar, un mal chiste para los “maestros” de la CNTE: acuérdense de que el Maestro Jesús no cobraba, sus clases eran gratis. Ustedes están al revés cobrando sin trabajar

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