sábado, 7 de enero de 2017

¿Vamos hacia la crisis final del sistema capitalista?

Por Alejandro Mario Fonseca
Todo indica que con la llegada  de Donald Trump  a  la presidencia de los Estados Unidos viviremos, por lo menos cuatro años una verdadera tragedia económica política y social, a nivel planetario. Serán probablemente los últimos coletazos de un capitalismo salvaje, que está en crisis.
Pero en México y en muchos otros países como el nuestro la tragedia será devastadora. Y es que somos un país débil, no hemos podido despegar hacia un pleno desarrollo capitalista; ni tampoco nuestra incipiente democracia ha podido consolidarse, por más de los miles y miles de millones de pesos que se han gastado en hacerla posible; además, en lo social, seguimos atascados en una secularización que no avanza, también por más y más miles de millones de pesos que se malgastan en un sistema educativo mediocre, en servicios culturales elitistas y en  un sistema de salud muy limitado.
¿Vamos hacia la crisis final del sistema capitalista?

Y sí, la explicación más recurrente de todos estos males que nos aquejan, está en el abuso, el despilfarro, la corrupción y la impunidad de nuestros gobiernos. Sin embargo, no conviene quedarnos con una explicación tan básica. Sería auto condenarnos a la “resistencia perpetua”, como algunos amigos me han comentado a raíz del reciente “gasolinazo” de Peña Nieto. Conviene profundizar un poquito más en el telón de fondo: en la geopolítica.

Construir un sistema social demócrata, siguiendo el ejemplo de los países escandinavos

En un artículo anterior, comentaba el caso ruso, que a principios de los años 90, gracias a las políticas de glasnost (apertura o transparencia) y perestroika (reorganización o modernización) impulsados por Mijaíl Gorbachov, había conducido a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) a través de un admirable proceso de democratización: se estableció la libertad de prensa, se eligió libremente a los miembros del parlamento ruso, los gobiernos municipales, y el presidente y el vicepresidente del país; además, el Tribunal Constitucional era ya un órgano independiente.

En la esfera económica Gorbachov guiaba  al país hacia una combinación del libre mercado y un sistema fuerte de protección social, manteniendo ciertas industrias clave bajo control público; él esperaba que el proceso durara entre diez y quince años en completarse.
Su objetivo final era construir un sistema social demócrata, siguiendo el modelo escandinavo: “un foco de inspiración socialista para todas la humanidad”.

Decía yo que el proyecto de Gorbachov fracasó debido al regreso del autoritarismo encabezado por Yeltsin y después por Putin (ahora el principal aliado de Trump). Pero me quedé corto, existe una explicación de mucho mayor fondo y para entenderla hay que ir al núcleo duro de la teoría económica de la Escuela de Chicago.

El neoliberalismo es neoconservadurismo
Y la esencia de dicha teoría económica, no es otra cosa más el capitalismo “a secas”, despojado de todos los correctivos que a fuerza de lucha y perseverancia fue ganando la clase trabajadora a lo largo de la historia: sistemas de protección social y laboral, sindicalismo real es decir independiente, en suma: seguridad social, educación y salud de calidad.
Esa liberación de correctivos es, como dice Naomi Klein, en esencia, el núcleo duro del capitalismo salvaje: “…no se trata de ningún invento novedoso, sino del capitalismo de siempre despojado de sus anteriores añadiduras keynesianas. Es el capitalismo en su fase monopolística, un sistema que se ha ‘soltado la melena’, por así decirlo: que ya no tiene que esforzarse por cuidarnos como a clientes, que ya puede ser tan antisocial, antidemocrático y grosero como le plazca”.
Y ahí está la clave para entender la tragedia que ya estamos viviendo y que se profundizará: ya no hay sistema alternativo. Con la caída del Muro de Berlín, con el desmoronamiento de la Unión Soviética, desapareció el comunismo, o socialismo real, o como usted quiera llamarle.
En otras palabras, mientras el comunismo fue una amenaza, el capitalismo tuvo que compensar el abuso y la avaricia con bienestar social compensatorio: salud,  educación y servicios públicos de calidad. Ahora el capital financiero y las grandes corporaciones industriales, con todas sus ramificaciones pueden hacer prácticamente lo que les de la gana.

Resistencia optimista
Sin embargo, no todo está perdido, simplemente estamos entrando en una fase de reflujo que no hará otra cosa más que exacerbar las contradicciones propias del sistema capitalista y llevarnos a la crisis final.
Entraremos en una fase de resistencia que espero no dure mucho. La Tercera Revolución Industrial, basada en el Internet y las energías renovables sigue avanzando en Europa y a regañadientes también en los Estados Unidos; muy pronto se expandirá a todo el mundo. Se trata de la era del capitalismo redistributivo. La socialdemocracia es posible, sí hay alternativa.

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