jueves, 9 de febrero de 2017

¿Es posible negociar con Trump?

Alejandro Mario Fonseca
Hace dos semanas viaje a la ciudad de México, fue el cumpleaños de mi hermana Lucero. La festejamos desayunando en el Sanborns de “Los Azulejos” en pleno centro histórico.
Me fue muy bien, llegando a la TAPO me subí al metro y todo fue de maravilla, lo único que me sorprendió fue que la mitad o más de los pasajeros hacían un viaje doble: el del transporte físico y el mental a través de sus celulares. Eran cerca de las nueve de la mañana y se sentía un ambiente limpio y relajado.
De repente la ciudad de México, bueno no, su centro histórico, se siente como una verdadera “Ciudad de los Palacios”. La casa de los Azulejos o palacio de los condes del Valle de Orizaba, como también se le conoce, está ubicada entre las actuales calles  de Madero, que ahora es peatonal y la Cinco de Mayo.
El inmueble fue construido durante la Colonia, y se le conoce comúnmente por este nombre (más que por el título nobiliario de quienes le habitaron) debido a su cubierta de azulejos de talavera poblana que recubren la fachada exterior del edificio y hacen de este inmueble una de las más bellas joyas de la arquitectura civil del barroco novohispano.

Carlos-Slim.-EFE

“Todos” somos clientes de Carlos Slim
Sanborns no es solamente un restaurante, también es tienda, pastelería, librería y bar. De las 149 tiendas que tiene a lo largo y ancho del país, 79 están en la ciudad de México. El dueño de la cadena es Carlos Slim, el hombre más rico de México.
Carlos Slim Helú nació en la Ciudad de México en 1940. Fundador del Grupo Carso, fue clave en el espectacular crecimiento de su imperio empresarial su desembarco en el mercado de las telecomunicaciones, propiciado por la privatización en 1990 de Teléfonos de México, S.A. (Telmex), que quedó bajo su control. Habitual desde entonces en las listas de las grandes fortunas de la revista Forbes, la misma publicación lo encumbró como el hombre más rico del mundo en los años 2010, 2011 y 2012.
Ahora que escribo esto caigo en la cuenta de que, al igual que millones de mexicanos, soy cliente cautivo de Carlos Slim. Mi teléfono fijo es Telmex, mi celular Telcel, cuando quiero comprar un disco de jazz o de música clásica lo hago en Mixup; además cuando llevo a mi mujer de compras vamos a Sams o a Wal-Mart. Todos negocios de Slim.

¿Quién es Trump según Slim?
Pues bien, pasemos a la crítica política. El pasado 27 de enero Carlos Slim, dio una conferencia de prensa. Había una gran expectativa debido a que unas semanas antes se había reunido en términos amistosos con Donald Trump y resultaba muy interesante saber el punto de vista del empresario sobre las locuras del gringo.
Como muchos otros, supongo, yo esperaba que el Ingeniero anunciara algún gran proyecto de inversión para fortalecer la confianza en nuestra economía y al mismo tiempo abrir nuevas fuentes de empleo y atemperar un poco la llegada masiva de deportados.
Pero no fue lo que pasó. Slim se limitó a etiquetar a Trump como un hombre de negocios y a invitarnos a leer su libro (sí, aunque usted no lo crea, ¡Trump escribió un libro! The art of the deal (El arte del trato). Slim reiteró varias veces con el libro en la mano “todo está aquí”.
Por lo demás el ingeniero Slim pue enfático y reiterativo en que él se siente tranquilo ya que Trump es esencialmente un “negociador”. Y su consejo para el gobierno de México fue el de la necesidad de convencer al magnate de que las empresas norteamericanas necesitan nuestra mano de obra.
Fue una gran decepción, tal vez lo más interesante de la plática fue la propuesta de que México debe regresar al modelo de “industrialización por sustitución de importaciones”, con disciplina fiscal; que los historiadores han denominado como “desarrollo estabilizador” y que le permitió a nuestro país un crecimiento sostenido el 6% del Producto Interno Bruto, durante los años 1950 a 1970.

Trump: un hardball negociator
Ya regresaré sobre este punto en otro artículo. Pero retomando el tema de Trump y su libro, confieso que no lo he podido conseguir. Pero por fortuna en el portal de Letras Libres, Cinthia Ramírez escribió sobre el tema y nos regala una excelente crítica.
Y sí, Trump no es político sino “negociador”. Bueno, ya lo sabíamos, pero ¿qué clase de negociador, de empresario es Trump? Según Cinthia Ramírez es un “hardball negociator”. El término es tomado del béisbol y significa “implacable”, “despiadado”.
La caracterización es correcta, el loco Trump es un comerciante del Medio Evo. De esos que llegaron a México abusando, engañando, cambiando espejitos por oro y plata: sin ética, sin principios, lo que lo inspira es la simple y pura avaricia.
Estamos ante todo un estuche de monerías. El loco Trump, además de carecer de oficio político y de padecer un síndrome de hubris desenfrenado (narcicismo extremo), resulta que su esencia es la de un despiadado hombre de negocios, que ahora cuenta con un inmenso poder.

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