lunes, 3 de julio de 2017

La doctrina del shock ¿Qué es el neoliberalismo?

Por Alejandro Mario Fonseca
Naomi Klein (nacida en Montreal, Canadá, el 8 de mayo de 1970) es una periodista, escritora y activista canadiense de gran influencia en el movimiento antiglobalización y en el socialismo democrático. Su ruptura con la globalización implicó el estudio de las influencias del capitalismo de finales del siglo XX y de la propuesta de la Tercera Vía, así como en el impulso del sistema de economía neoliberal y sus efectos en la cultura moderna de masas.

Fruto de sus investigaciones, ha escrito varios libros como No Logo (2001), Vallas y ventanas (2003), La doctrina del shock (2007), el guion del documental La Toma/The Take (dirigido por Avi Lewis, centrado en la toma de una fábrica recuperada por sus trabajadores bajo control obrero como forma de lucha en contra de la globalización en el marco de la crisis argentina y las movilizaciones ciudadanas entre 2001 y 2002) y un gran número de artículos periodísticos y políticos. Su último libro es Esto lo cambia todo. El capitalismo contra el clima (2014).

Estas son las obras de  la valiente periodista Naomi Klein. Si usted quiere conocer su biografía puede consultar la Wikipedia. Mi interés es el de comentar sus libros. Empezaré por The Shock Doctrine: The Rise of Disaster Capitalism el más conocido.


 ¿Qué es el neoliberalismo?

La doctrina del shock: el auge del capitalismo del desastre
Se trata de su tercer libro, publicado el 4 de septiembre de 2007, que se convirtió en un best seller internacional, apoyado por el New York Times y traducido a 28 idiomas.
En el argumenta que las políticas de libre mercado del laureado Nobel Milton Friedman y la Chicago School of Economics (Escuela Económica de Chicago) tuvieron apoyo en países como Chile bajo la dictadura de Pinochet, Polonia, Rusia, bajo Yeltsin, y los Estados Unidos (por ejemplo, la privatización de la New Orleans Public Schools después del desastre del Hurricane Katrina).
También sostiene que las políticas iniciales para favorecer, la privatización de la economía de Iraq bajo la Coalition Provisional Authority (Autoridad Provisional de la Coalición) fueron impuestas mientras los ciudadanos de éstos países estuvieron en shock por los desastres, convulsiones, o invasiones.
La tesis central del libro es que aquellos que tuvieron que implementar las impopulares políticas de libre mercado ahora lo hacen rutinariamente tomando ventaja de ciertas características de las secuelas de los más grandes desastres, sean estos económicos, políticos, militares o de la naturaleza.

El capitalismo depredador
Lo que sostiene es que cuando una sociedad experimenta un gran “shock” hay un deseo generalizado por una rápida y decisiva respuesta para corregir la situación; este deseo, de grandes acciones e inmediatas, ofrece una oportunidad a los actores oportunistas para implementar políticas que van lejos, más allá de una legítima respuesta al desastre.   
También sugiere que la rapidez con que se implementan las acciones de rescate, determina que sean indiscutibles; entonces las políticas impopulares y desconocidas serán intencionadamente llevadas a efecto. El libro sostiene que estos shocks son en algunos casos intencionalmente fomentados o siempre elaboradas.
La doctrina del shock es la historia no oficial del libre mercado. Desde Chile hasta Rusia, desde Sudáfrica hasta Canadá, es la implantación del libre mercado que responde a un programa de ingeniería social y económica que Naomi Klein identifica como «capitalismo del desastre”. (Cfr. Wikipedia)

¿Qué es el neoliberalismo?
Y aquí viene lo más interesante. Klein identifica la abolición de la Unión Soviética, como un parteaguas histórico. “…el capitalismo se vio de pronto libre para degenerar en su forma más salvaje, el libre mercado había pasado a disfrutar de un monopolio mundial”.
Así, primero los polacos y después los rusos fueron engañados, se les hizo creer que después de la terapia del shock despertarían de pronto en un “país europeo normal”. Mientras que la realidad histórica era otra. Los países europeos normales, con sus sólidos sistemas laborales y de salud, habían surgido precisamente del compromiso entre el capitalismo y el comunismo.
Se trató de una especie de capitalismo suave, que los europeos habían ido construyendo a base de cruentas luchas en los que los sindicatos y los partidos de izquierda habían sido los principales protagonistas. Al caer la Unión Soviética el compromiso se perdió y dio paso al capitalismo salvaje.
Se trata del núcleo duro de  la teoría económica de la Escuela de Chicago, mundialmente conocida como “neoliberalismo”: el capitalismo de siempre, pero despojado de sus correctivos socialdemócratas.
“Es el capitalismo en su fase monopolística, un sistema que se ha soltado la melena, por así decirlo: que ya no tiene que esforzarse en cuidarnos como a clientes, que ya puede ser tan antisocial, antidemocrático y grosero como le plazca”.
 Los críticos norteamericanos utilizan el término “neoconservadurismo” en lugar de neoliberalismo. Y Donald Trump viene a ser el líder en turno de esta corriente de política económica. Se trata de la más dura expresión del capitalismo salvaje, al servicio del gran capital financiero internacional y de las empresas ligadas a la destrucción y a la contaminación medioambiental.

México: la crisis del tequila
En su libro de 700 páginas a renglón cerrado, Naomi Klein apenas si menciona a México. Y es que en nuestro país no ha sido necesaria una terapia de shock. El PRI-gobierno ha tenido siempre todo bajo control. En el capítulo dedicado al desmantelamiento de la Unión Soviética nos habla de la “crisis del tequila”.
Se trata de  la herencia que le dejó Salinas a Zedillo. El abrupto cambio de modelo económico que Salinas bautizó como “modernización”, se tradujo en el Tratado de Libre Comercio, en un cúmulo de privatizaciones y en el inicio de la corrupción desenfrenada.
En 1994 México sufrió una depresión mayúscula, la famosa crisis de los tesobonos. Según datos de la revista Forves, del rescate se generaron 23 nuevos milmillonarios (en dólares).
La crisis y la posterior ayuda estadunidense también abrieron a México a una participación sin precedentes del capital extranjero: en 1990 sólo uno de los bancos mexicanos era propiedad extranjera, pero en 2000, 24 de 30 bancos del país estaban ya en manos foráneas.
Después del salinato el desmantelamiento del “Estado de Bienestar a la mexicana” continuó con los panistas Fox y Calderón, y después con Peña, se profundizó. Y ahí estamos.

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