domingo, 13 de agosto de 2017

Homenaje a Eduardo Del Río ¡Viva RIUS!

Alejandro Mario Fonseca
El día de ayer 8 de agosto murió a la edad de 83 años Eduardo Del Río apodado cariñosamente RIUS. Cuándo me enteré, sentí algo muy curioso: sentí alegría. Y es que para mí y sospecho que para muchos mexicanos de mi generación RIUS era y seguirá siendo sinónimo de alegría, de sana diversión.
Reflexionando sobre mis sentimientos, me acordé de la película de Akira Kurosawa, Los sueños. La primera vez que la vi fue hace alrededor de 25 años. Y confieso que la he visto fácilmente unas seis veces, y con gusto la volveré a ver.
Específicamente me acordé del octavo sueño, el último del filme, en el cuál Kurosawa aborda el tema de la ecología en combinación con la muerte. Es paradójico lo sé, pero la muerte puede estar asociada a la alegría.

Una de las grandes historietas de Rius: "Losa Agachados"

Y desde la óptica de la ecología profunda, verde oscuro, no de la ecología negocio, vana y superficial a  la que nos ha acostumbrado nuestra clase política; la muerte en un ecosistema sostenible es motivo de festejo, de fiesta.
Es más, para las filosofías y religiones orientales como el hinduismo, el budismo y muchas otras, la muerte no es más que un nuevo comienzo. Y yo no sé por qué acá en occidente para el catolicismo y en general para el cristianismo la muerte suele ser motivo de pena, de pérdida, en suma de tristeza: la frase Dios lo tenga en su gloria debería ser motivo de alegría.

Sueños  de Akira Kurosawa
Pero ese es otro tema, regreso a lo que les quiero comentar. Akira Kurosawa (Shinagawa, 23 de marzo de 1910-Setagaya, 6 de septiembre de 1998) fue uno de los más célebres directores de cine japonés. Comenzó su carrera con Sugata Sanshiro (La leyenda del gran Judo) y dirigió más de 30 películas, entre ellas algunas tan conocidas como Los siete samuráisRashōmon​ o Dersu Uzala. En 1990 recibió un Óscar honorífico por su trayectoria.
Sueños, también conocida como Los Sueños de Akira Kurosawa es una película producida en Japón y financiada en Estados Unidos en el año 1990 de carácter dramático-fantástico, que se divide en ocho segmentos, correspondientes a ocho sueños reales del propio director.
En ella, Kurosawa, intenta concientizar a la gente sobre los errores que se están cometiendo usando el sonido y la visión como métodos principales de persuasión. Al parecer, los ocho sueños se suceden en diferentes tramos de la vida de Akira, a juzgar por el crecimiento de su principal protagonista a lo largo del filme.
La película se proyectó fuera de concurso en el Festival de Cine de Cannes 1990 y hasta hoy en día ha recibido buenas críticas.
Los temas principales que aborda son: la infancia, la espiritualidad, el arte, la muerte, los desastres universales y los errores del hombre con respecto al mundo; todos los segmentos de la película muestran un lado literal y otro metafórico. (Cfr. Wikipedia).

El Pueblo de los Molinos de Agua
Y al grano, en el octavo sueño un joven entra en un tranquilo pueblo, donde cada casa o construcción dispone de un molino de agua. El viajero se encuentra con un hombre viejo y sabio que está arreglando una rueda de un molino de agua que se ha descompuesto.
El anciano explica que las personas de su pueblo decidieron renunciar a la contaminación que produce la tecnología moderna y optaron por regresar a una era más buena y más limpia, que la sociedad había abandonado ya hacía mucho. Ellos han escogido la salud espiritual en lugar de la conveniencia, y el viajero queda sorprendido e intrigado por esta idea.
Al final de la secuencia (y la película), tiene lugar en el pueblo el cortejo fúnebre de una anciana, en el que en lugar de llorar, las personas celebran con alegría lo que perciben como el final correcto para una buena vida. Este segmento fue filmado en la granja Daio Wasabi, situado en la prefectura de Nagano. (Cfr. Wikipedia).
Y regresando al tema de la muerte de RIUS el día de ayer, pues sí, eso fue lo que sentí: alegría y deseos de festejar por haber tenido la suerte de conocer desde niño la obra de Eduardo Del Río, el filósofo, el maestro, el monero.

Los Supermachos, los Agachados, La Garrapata…
Yo tendría unos 13 o 14 años cuando cayó en mis manos la historieta de Los Supermachos. Ya antes había leído a escondidas de mi papá Chanoc, Los Supersabios y alguna otra (por hablar de los mexicanos); en mi casa estaban prohibidos los comics, historietas ilustradas o “cuentos” como les llamábamos los niños.
Uno de sus mayores éxitos fue la historieta Los Supermachos, con la cual RIUS empezó su tarea educativa, combinando el humor y la política. Su éxito fue inusitado: alcanzó un tiraje semanal de 250 mil ejemplares.
México estaba habido de crítica política y Los Supermachos era una historieta que cumplía cabalmente su papel didáctico y político que tanto urgía a la sociedad mexicana. A la revista le pasaría algo parecido a lo que le sucedió al diario Excélsior  de Julio Scherer unos años después.
En 1968 el editor de la revista, presionado por el gobierno, le quitó los personajes a RIUS, quien se vio obligado a fundar un nuevo cómic: Los Agachados. Que resultó ser clave para entender la gran producción editorial de RIUS. En esta revista, abordó todos los temas imaginables: política, religión, sexo, música, futbol, economía, filosofía, historia, ecología, vegetarianismo y naturismo, física, etc.
Con esto, formó una fuente de material importante, el cual recurrentemente utilizaba, revisándolo y corrigiéndolo, para hacer sus libros. (Cfr. Wikipedia).

Muere un gigante de la educación política
Después vendría La Garrapata, una revista que se convertiría en semillero de excelentes jóvenes caricaturistas como AB, Naranjo y Helio Flores. Yo no me la perdía, como me hacía reír La Garrapata (El azote de los bueyes).
En esa época RIUS sería secuestrado por órdenes del entonces secretario de gobernación Luis Echeverría y estuvo a punto de perder la vida. Había publicado un cartón en el que mostraba al presidente Gustavo Díaz Ordaz vestido como monaguillo, con una cachiporra en una mano y una suástica en la otra.
Así que el día de ayer los mexicanos hemos perdido a un gran maestro, que con sus historietas,  revistas y libros se convertiría en una suerte de Secretaría de Educación Pública alternativa y critica en la que muchos nos formamos políticamente. Y no es motivo de tristeza, sino de felicidad haber contado con él. Eduardo Del Río (RIUS) ¡Descanse en paz este gigante de la educación crítica política!

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