jueves, 3 de agosto de 2017

La inseguridad y la violencia ¿de quién es el negocio?

Alejandro Mario Fonseca

Ahora que se acercan las elecciones del 2018, muchos mexicanos volvemos a vivir en una gran incertidumbre. Nos sentimos esperanzados en que ahora sí lleguen al poder político los más honestos y trabajadores. Desde luego que esto incluye a las mujeres y a todos los demás.
Aclaro, en buen español la expresión plural “los” incluye a las mujeres. Pero al grano, hace poco más de una década me tocó participar en una campaña electoral aquí en San Pedro Cholula. El partido verde parecía todavía que de verdad quería hacer política ecologista en serio.
Participé con reservas porque ya me había llevado una gran desilusión cuando el niño verde hizo de las suyas imponiendo candidatos plurinominales en las elecciones anteriores. Así es como llegó a diputado el nieto de Díaz Ordaz.
Habíamos ganado dos diputados y la dirigencia estatal del verde venía trabajando muy bien,  el partido estaba creciendo, todavía no se engranaba al PRI, a su corrupción e impunidad. Esa fue nuestra debilidad, al tomarnos la ecología en serio y trabajar, el partido se consolidaba y había respuesta de la gente, cosa que se vio en las urnas.
Ganamos varias presidencias municipales y en muchos municipios pudimos contar con regidores. Paradójicamente esto amenazaba los intereses del niño verde y sus secuaces y sencillamente desconocieron a la dirigencia estatal e impusieron otra.
Y a quién pusieron al frente del partido verde en Puebla, pues ni más ni menos que al flamante diputado Gustavo Díaz Ordaz junior. Como diputado y como dirigente del partido no hizo nada, se dedicó sus negocios: el partido se vino abajo.

José Juan Espinosa presinte municipal de Cholula Puebla

Dos Cholulas
Pero lo que quiero compartir hoy es mi experiencia de campaña, lo que aprendí. Más allá de los avatares de la política, es decir de los codazos, zancadillas, rumores y chismes, de lo que quiero hablar es de lo que vi.
Y lo que vi fue algo muy parecido a lo que Colosio denunció en aquel famoso discurso del 6 de marzo de 1994 y que le costaría la vida tan solo 17 días después:
Yo veo un México con hambre y con sed de justicia. Un México de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley los que deberían de servirla”. “Sabemos que el origen de muchos de nuestros males se encuentra en una excesiva concentración del poder. Concentración del poder que da origen a decisiones equivocadas; al monopolio de iniciativas; a los abusos, a los excesos”. “¡Es hora de cerrarle el paso al influyentismo, a la corrupción y a la impunidad! Es hora de la nación.
Valga este pequeño vistazo a la historia, para referirme a la terrible desigualdad que observé aquí en San Pedro Cholula y sus juntas auxiliares. Qué distintos eran el centro de nuestro municipio y su periferia.
En el centro había riqueza, las calles estaban limpias (bueno casi limpias), los escasos jardines estaban bien cuidados, las viejas casonas coloniales hermosas y relucientes, había comercio, había turismo y centros de esparcimiento, juegos infantiles, etcétera; vaya, se disfrutaba la ciudad.
En cambio, las juntas auxiliares estaban en la pobreza. Todavía muchas calles sin pavimentar,  la mayoría sucias, prácticamente no existían áreas verdes (salvo en el cerro Zapotecas, gracias a Dios, pero cada vez menos), había vagos, perros callejeros, pandillerismo, abandono e inseguridad.
 Descubrí esa Cholula escondida que nadie retrataba en las campañas publicitarias turísticas, que nuestras autoridades escondían como algo vergonzante.
Recuerdo que cuando recorríamos las calles de las juntas auxiliares la gente nos pedía que les regaláramos algo, nos decían “como quieren que votemos por ustedes si no nos dan nada, el PRI sí reparte”; incluso los más ladinos nos pedían botellas de licor a cambio de organizar a sus vecinos para que votaran por nosotros.

Las promesas del alcalde
Con la nueva administración de J.J. Espinosa, Cholula empezó a cambiar de verdad. En estos últimos 3 años hemos visto un remozamiento inusitado de la ciudad.
Yo me entusiasmé cuando hace poco más de dos años el alcalde anunció que la recaudación del predial de las juntas auxiliares regresaría íntegro en apoyos y obras para las mismas.
Y así fue, pero no fue parejo. Al menos eso es lo que dicen los propios habitantes de las juntas auxiliares. El rumor que escucho cada vez más fuerte es que si ha habido inversión en las juntas auxiliares, pero sólo en las zonas en las que el alcalde y sus familiares tienen propiedades.
Yo no comparto esta apreciación, pero es vox populi y merece ser tomada en cuenta. Al que le corresponde aclarar las cosas es al propio alcalde, sobre todo ahora que es candidato en ciernes a gobernador por Morena, el partido “del pueblo”, que por otra parte,  merece su oportunidad.
Lo que sucede es que la gente se confunde, J.J. Espinosa trabaja y trabaja duro, sin embargo su ego lo traiciona. A todas luces es arrogante, engreído; sus asesores no le han hecho saber que no basta con cumplir, sino que también hay que cuidar las formas. Su enorme saga de conflictos de todo tipo confirma lo que estoy diciendo.

Asignatura pendiente
Pero aquí no para la cosa, hay un tema muy delicado al que hay que dedicarle más espacio. Tan sólo voy a esbozar el problema. El alcalde falló en la responsabilidad esencial de cualquier gobierno: la seguridad de los ciudadanos.
Correctamente anunció al principio de su administración la creación de la “policía comunitaria”, o “policía de barrio” como la llamó él. Yo fui de los primeros en aplaudirlo, un policía cercano a la gente, conocido, responsable, en el cual confiar. Nunca lo vimos.
La violencia, la inseguridad, el desasosiego, en suma el miedo ya nos alcanzó. Si usted tiene hijos, por favor que no salgan a la calle después de las 9 de la noche; y si son mayores, que no se atrevan a ir a festejar a un bar, a  la salida los van a asaltar y si se resisten hasta pueden perder la vida.
Ya hay casos de feminicidios, de muertes en las calles, los pandilleros andan sueltos. Los robos en las calles y en casas habitación son recurrentes (han asaltado hasta las casas del alcalde), los robos de autopartes, son el pan de cada día.
Pero la cosa se complica todavía más porque hay quien sostiene que todo esto es negocio. Que la violencia y la inseguridad están engranadas con la corrupción de las autoridades municipales. Yo espero sinceramente que se trate de una exageración, con vistas a la próxima contienda electoral. 

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