martes, 22 de agosto de 2017

Las paradojas de la globalización (¿Aumentarán los salarios en México?

Alejandro Mario Fonseca

Hace ya veinticinco años se firmó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Fue una firma simultánea en las ciudades de Ottawa, Washington DC y México, por los respectivos presidentes Brian Mulroney (Canadá), George Bush (Estados Unidos) y Carlos Salinas de Gortari (México).

Entró en vigor un año después, el 1 de enero de 1994.  En México el decreto del TLCAN lo firmó el presidente Salinas el 14 de diciembre de 1993; y consecuentemente fue publicado en el 20 de diciembre en una edición de 560 páginas del Diario Oficial de la Federación.

Curiosamente el decreto tiene la firma de Manuel Camacho Solís, en ese tiempo secretario de Relaciones Exteriores (SER); y fue certificado por Marcelo Ebrard, subsecretario de la misma (SRE). Ambos personajes se convertirían muy pronto en detractores del fenómeno político y económico que iniciaba: el neoliberalismo y la globalización.

El objetivo principal del tratado, según su texto original, era: “eliminar obstáculos al comercio y facilitar la circulación transfronteriza de bienes y de servicios entre los territorios de las partes”.
Uno de sus temas más delicados fue el de la liberación de productos agrícolas. Por eso fue que hasta el 1 de enero de 2008 concluyó: se había pactado que se hiciera una reducción gradual hasta por 15 años para el caso del maíz, frijol, azúcar y leche. Los cuatro productos de consumo popular en México.

Las paradojas de la globalización

¿Una difícil renegociación?
A medio año de la llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos, la semana pasada inició la renegociación del TLCAN. Fue una de sus principales propuestas de campaña. Y paradójicamente, contra lo que la mayoría de los analistas esperaban, México podría ser el principal beneficiario de dicha renegociación. ¿Por qué?
Bueno, el beneficio no sería en términos generales, ni inmediato, se trata de la posibilidad de un beneficio gradual y estructural. Los principales beneficiarios serían los trabajadores mexicanos, que vivirían una especie de justicia histórica largamente escamoteada y postergada: salarios justos.
Veamos con calma las noticias de última hora. Por ejemplo José Luis Haro escribió en el blog de Sin embargo:
En las últimas mesas que se debaten en la jornada del domingo del TLCAN en Washington, tres temas están sobre la mesa: las reglas de origen, la resolución de conflictos y los salarios.
Para la Unifor, uno de los principales sindicatos de Canadá, que incluye a las industrias automotriz, energética y de telecomunicaciones, los bajos salarios en México provoca el cierre de empresas.
“El problema de México es que sus negociadores se niegan a revisar los salarios, son tan bajos que no podemos competir”, dijo Jerry Dias, líder sindical.
No sólo Canadá está interesado en el tema de los salarios en México, el pasado 7 de agosto, Bloomberg (la poderosa compañía de análisis y software financiero) aseguró que el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, podría lograr que en las renegociaciones del TLCAN los trabajadores mexicanos obtengan un aumento salarial para evitar que las empresas estadounidenses se trasladen a México, donde los trabajadores ganan la cuarta parte de los salarios de sus pares de Estados Unidos. 

¿Al loco Trump le sale el tiro por la culata?
Para mí está muy claro que Trump nunca se esperó lo que está sucediendo con la renegociación. Él es un claro ejemplo del capitalista depredador, ignorante y abusivo que está en extinción. Las sociedades capitalistas modernas y democráticas ya no soportan a los aventureros, a los corruptos.
Los monstruos que ve Trump son ficticios, el problema no somos los mexicanos, ni los musulmanes,   los negros o los orientales; sino las viejas técnicas e infraestructuras nacionales, los intereses creados y los viejos hábitos y estructuras gubernamentales.
Originalmente los apoyos de Donald Trump son las fuerzas irracionales que han logrado sobrevivir: el gran capital financiero, los fabricantes de armas, los grandes especuladores inmobiliarios, los sectores contaminantes como el petroquímico y una amplia franja de la clase media blanca ignorante, consumista y amodorrada.
Pero ahora, más allá de la mala retórica y de la demagogia, resulta que la renegociación del TLCAN puede resultar virtuosa para los tres países. Y de rebote beneficiar a la clase trabajadora mexicana, “sucia fea y mala” que tanto odia Trump. Algo que muy pocos esperábamos.
La competitividad basada en la productividad no tiene raza ni nacionalidad, es la piedra de toque de la nueva economía capitalista mundial. Y no existe ninguna razón cabal, humana, para que la productividad se siga sosteniendo en salarios de hambre como los que tenemos en México.

¿Cómo diablos le van hacer para elevar los salarios en México?
México se ubicó en el último lugar de los 35 países que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE): la mano de obra fue la peor pagada durante 2016.
Así que a través de las negociaciones del TLCAN, que comenzaron el pasado 16 de agosto, los funcionarios estadounidenses impulsarán los salarios más altos y mejores condiciones laborales para los empleados mexicanos.
El trabajo mexicano se paga en promedio de 14.63 dólares, muy por abajo de la media, la cual es de 50.21 dólares. Los trabajadores mexicanos ganan menos que los de Chile, donde se paga en promedio 20.51 dólares, Letonia, (25. 38) y Eslovaquia 29.9, reveló un informe publicado por la OCDE en abril pasado.
El Gobierno de Trump “hará una fuerte presión, y considero que con razón, respecto a los estándares laborales”, dijo a Bloomberg Gerardo Otero, profesor de la Universidad Simon Fraser de Canadá que ha publicado más de 100 artículos o libros sobre México y América Latina. “Si los precios mexicanos suben debido a los aumentos salariales podría haber una oportunidad de cerrar la brecha”. (Cfr. Sin embargo).
Lo que falta por verse es cómo diablos va a reaccionar la clase política mexicana ante el hecho. De rebote el que saldrá beneficiado será López Obrador. ¿Será que se verán forzados a conceder la satisfacción de una vieja e histórica demanda de la izquierda mexicana? ¿Salarios dignos y justos para los trabajadores? Ya veremos hasta donde llega todo esto.

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