martes, 15 de agosto de 2017

Trump: demagogo hacia dentro, amenazante y corrupto hacia fuera

Alejandro Mario Fonseca
El pasado fin de semana los presidentes de Estados Unidos y México. Donald Trump y Enrique Peña Nieto, hicieron sendas declaraciones públicas que, aunque en contextos diferentes, denotan una gran coincidencia: ambos desprecian la inteligencia de sus respectivos pueblos.
Y los dos no son más que grandes demagogos ya que  sus promesas resultan si no imposibles, sí muy difíciles de cumplir. Pero también utilizan mentiras, verdades a medias y otros procedimientos similares para convencer a sus respectivos pueblos y convertirlos en instrumentos de la propia ambición política.
Además las tensiones internas en ambos países son un  buen caldo de cultivo para la demagogia, propiciada también por los radicales enfrentamientos existentes entre los diferentes países de sus respectivas zonas en conflicto. Las noticias que comento a continuación las tomé del diario Reforma en su edición de hoy domingo 13 de agosto.

Trump: demagogo hacia dentro, amenazante y corrupto hacia fuera
Deja marcha racista muertes y violencia
Veamos primero el caso más complejo, el de Trump. Una manifestación organizada por racistas neonazis en el estado de Virginia causó una ola de violencia. El gobernador tuvo que declarar estado de emergencia.
Se trató de la manifestación supremacista más numerosa de las últimas décadas. La violencia fue casi inmediata, luego de que un automóvil atropelló deliberadamente a personas que se manifestaban pacíficamente contra la marcha: murió una mujer y varios resultaron heridos.
Todo se complicó porque un helicóptero que vigilaba las protestas se desplomó y dejó por lo  menos dos policías muertos. La policía aseguró que el incidente estuvo relacionado con las protestas, pero no se sabe bien a bien qué pasó.
El origen del conflicto está en la decisión de la ciudad de Charlottesville de remover la estatua de Robert E. Lee, un líder de la Confederación sureña, que defendió el esclavismo durante la guerra civil.
Sin embargo, el verdadero problema es que la tensión se ha incrementado a raíz de la llegada de Trump a la presidencia ya que su campaña no solamente gozó de un ferviente apoyo a los nacionalistas blancos, sino que también estuvo marcada por el insulto y la provocación.
Pero ahora el loco se “suaviza” y declara que “condena en los términos más fuertes posibles esta indignante muestra de odio, intolerancia y violencia de muchos bandos”. Y abunda, “por encima de todo, debemos recordar esta verdad: no importa nuestro color, credo, religión o partido político, antes que nada todos somos estadounidenses”.

Presiona Trump a China por Corea… y comercio
Por otro lado, el presidente Trump le pidió a China su cooperación para relajar la tensión con Corea del Norte al tiempo que impulsa una guerra comercial en su contra.
En concreto le pide al presidente chino, Xi Jinping, que le ayude a frenar la carrera armamentista de Pyongyang. A cambio le ofrece congelar las investigaciones sobre piratería, violaciones a la propiedad comercial y robo de secretos de mercado, en los que han incurrido las empresas chinas.
Para Trump se trata de una sola política, declaró: “sí China nos ayuda (con Corea del Norte) me sentiré muy diferente con respecto al comercio”. Más pragmático y corrupto no podía ser el loco Trump. Ofrece hacerse de la vista gorda con las violaciones a la legislación sobre comercio internacional, con tal de que China le dé la espalda a los norcoreanos.
Mientras tanto el otro loco, el líder norcoreano amenazó con lanzar misiles cerca de Guam, una isla estadounidense en el Pacífico. No contento con la gravedad in crescendo de los conflictos internos las cosas no podían estar peor para el presidente Trump: se está metiendo en un conflicto que amenaza seriamente la paz mundial.
Por otra parte, en Washington el fiscal especial para investigar la injerencia rusa en las elecciones de los Estados Unidos, Robert Mueller, anunció que está en pláticas para entrevistar a altos funcionarios de la Casa Blanca, incluido el recién destituido jefe del gabinete Reince Priebus.

Por el bien del mundo Trump debe ser obligado a renunciar
El actor principal de esta “mala película” que estamos presenciando es Donald Trump. Su ignorancia, su ineptitud, en suma su irresponsabilidad como líder de la potencia más fuerte del planeta, muy probablemente lo lleven más pronto de lo que pensábamos a una renuncia obligada.
Mientras que en el interior desató la ira de los supremacistas blancos, de los neonazis y del Ku Klux Klan, que ahora llama hipócrita y demagógicamente “violencia de muchos bandos”; en el exterior con la bravuconada de “llevar sangre y fuego a Corea del Norte”, pretende chantajear comercialmente a China, la otra gran potencia mundial que seguramente no caerá en la trampa.
Hasta el momento la guerra es verbal, amenazas van y amenazas vienen, los dos locos están desatados. Pero como dice Calderón, el cartonista del Reforma, habría que recordarles las palabras de Nikita Jrúchov, en la crisis de los misiles en 1962: las palabras son cuerdas que van apretando un nudo, si se tensan de más, llegará el punto en que nadie pueda desatarlo aunque lo intente… y sólo sea posible con la espada.

Y en cuanto a la demagogia de Peña…
En cuanto a la mala retórica, las coincidencias de Trump y Peña Nieto son enormes. Para comentar la demagogia de nuestro mandatario ya me queda poco espacio, pero la verdad es que no necesito mucho. Se trata de  la pobre y falsa retórica del PRI de siempre.
Peña Nieto y la clase política que encabeza, incluidos muchos panistas y perredistas, pretende que los mexicanos no tenemos conocimiento de nuestra historia; pero no sólo eso, pretenden que estamos ciegos, que no vemos la realidad.
En los discursos el PRI siempre será el PRI. Ya nos habían salido con la bufonada de que el PRI  es ejemplo de transparencia nacional. Y también, no solamente Peña Nieto, sino muchos presidentes nos han dicho que actúan con firmeza y sin contemplaciones frente a quienes violan la ley, que combaten la corrupción y que en sus gobiernos no hay impunidad.
Ahora resulta que el PRI se abre a la ciudadanía. De repente ya no se requiere tener una militancia probada de 10 años para poder ser candidato priista a la presidencia de la República. Creen que no nos damos cuenta de que el abuso y la corrupción los dejó prácticamente sin candidatos viables.
Y por último, por lo que toca a la política exterior mexicana, el falso conflicto con Venezuela ya lo comentaré con calma.

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