viernes, 1 de septiembre de 2017

El consumo desenfrenado de los gringos ya empieza a tocar fondo

Alejandro Mario Fonseca

Ahora que se está renegociando el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) conviene hacer una reflexión sobre el problema real, de fondo que muy pocos quieren ver a pesar de la evidencia: el modelo económico capitalista basado en el industrialismo está en decadencia.
E.F. Schumacher fue un economista alemán famoso por su libro Lo pequeño es hermoso, publicado en 1973 y traducido a más de veinte idiomas, es considerado uno de los libros más influyentes de la segunda mitad del siglo XX.

Nació en Bonn, Alemania, en 1911. En 1930 se trasladó como "Rhodes scholar" al New College de Oxford y en 1932 a trabajar como profesor en la Columbia University  de Nueva York. Allí permaneció hasta 1934 que regresó a Alemania. Su rechazo y desagrado por el gobierno nacional-socialista le hizo abandonar su país en 1936 para establecerse definitivamente en Inglaterra. Obtuvo la nacionalidad británica en 1946.

El consumo desenfrenado de los gringos ya empieza a tocar fondo

De 1950 a 1970 fue consejero económico del Consejo Nacional del carbón de Inglaterra. Experto en el desarrollo de zonas rurales, fue consultor del gobierno de la India y de muchos otros países del Tercer Mundo.
Una de sus propuestas fue el fomento de las "tecnologías intermedias", tecnologías que requieren menor inversión de capital y son menos exigentes en su consumo de materias primas. (Cfr. Eumed.net).

Lo pequeño es hermoso
Lo pequeño es hermoso: Economía como si la gente importara es una colección de ensayos en los que Shumacher defiende lo pequeño: tecnologías apropiadas para un verdadero bienestar humano.
Cuando se publicó en 1973, fue muy criticado por los apologistas del american way of life, de Harvard, Yale y demás universidades gringas. Pero tras la aparición del fenómeno de la globalización se convirtió en todo un fenómeno editorial.
Se trata de un clásico equiparable a Una sola tierra de Bárbara Ward, o a Los límites del crecimiento del Club de Roma. Textos que conocimos aquí en México gracias al sociólogo y ex rector de la UNAM Don Pablo González Casanova.

La actualidad del libro es impresionante, se divide en cuatro partes: "El mundo moderno", "Recursos", "El Tercer Mundo", y "Organización y propiedad".
En el primer capítulo, "El problema de la producción", Schumacher argumenta que la economía moderna es insostenible. Los recursos naturales (como los combustibles fósiles), son tratados como artículos de renta (ingreso), cuando de hecho deberían ser tratados como capital, puesto que no son renovables, y por lo tanto están sujetos a agotamiento.
Además, sostiene que la resistencia de la naturaleza ante la contaminación está igualmente limitada, y concluye que el esfuerzo de los gobiernos debe estar enfocado al desarrollo sostenible, porque mejoras relativamente menores, por ejemplo, la transferencia tecnológica a los países del Tercer Mundo, no resolverán el problema subyacente de una economía insostenible.

La filosofía de Schumacher está relacionada con el suficientismo, apreciando tanto las necesidades humanas como sus limitaciones y la tecnología adecuada. Esto surgió de su estudio de las economías basadas en aldeas, que posteriormente denominó "economía budista", el cual es tema del cuarto capítulo.
Schumacher fue uno de los primeros economistas en cuestionar qué tan correcto es emplear el Producto Nacional Bruto para medir el bienestar humano, enfatizando que el fin debería ser "la obtención de un máximo de bienestar con un mínimo de consumo".
En el epílogo subraya la necesidad de que la "filosofía del materialismo" quede subordinada a ideales como la justicia, la armonía, la belleza y la salud. Las ideas de Shumacher resultaron muy adelantadas para su época, pocos lo comprendieron.

Trump: ¿el fin del imperio?

Esta excelente resumen apoyado en la Wikipedia,  nos permite comprender porque el modelo industrialista que vive el mundo desde la Revolución Industrial del siglo XVIII hasta nuestros días, está condenado a fracasar: va en contra del bienestar humano, es consumista.
La combinación del modo de producción capitalista con el industrialismo (las grandes fábricas, grandes comercios, grandes bancos, etcétera) trae consigo una sociedad vertical en la que unos cuantos acaparan la riqueza, la buena educación, la salud, en suma, el bienestar; mientras que las grandes mayorías quedan marginadas.

Los últimos 6 meses, desde que  Donald Trump llegó a la presidencia de los Estados Unidos hemos vivido, una verdadera tragedia económica política y social, a nivel planetario. A todas luces se trata de los últimos coletazos de un capitalismo salvaje, que está en crisis.
Pero en México la tragedia amenaza con ser devastadora. Y es que somos un país débil, no hemos podido despegar hacia un pleno desarrollo capitalista; ni tampoco nuestra incipiente democracia ha podido consolidarse, por más de los miles y miles de millones de pesos que se han gastado en hacerla posible. Padecemos una clase política empeñada en vivir como los ricos del imperio, pero en un país pobre y abandonado.

Además, en lo social seguimos atascados en una secularización que no avanza, también por más y más miles de millones de pesos que se malgastan en un sistema educativo mediocre, en servicios culturales elitistas y en  un sistema de salud muy limitado.
Y sí, lo más probable es que el loco Trump no termine su mandato. Sus últimos tuitazos indican que ya está desesperado. Su obsesión somos los mexicanos porque contra los europeos no puede y mucho menos contra los chinos y los tigres asiáticos.

Ahora amenaza con salirse del TLCAN cuando es gracias al tratado que muchas empresas norteamericanas han logrado sobrevivir al embate de las empresas asiáticas. Y es que el problema de fondo es el modelo industrialista y consumista desenfrenado.
Grandes empresas, grandes ganancias, grandes comercios, grandes bancos; y su contraparte, una gran masa consumidora, despilfarradora, abusiva, que ya no se llena con nada.
Una importante franja de la sociedad norteamericana está como el alcohólico, como el drogadicto en fase terminal: lo único que busca es más y más, el industrialismo basado en el consumo desenfrenado ya está tocando fondo.

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