domingo, 15 de octubre de 2017

Andrés Manuel López Obrador La dominación carismática en ciernes

Alejandro Mario Fonseca
La locución en ciernes significa: dicho de la vid, del olivo, del trigo y de otras plantas: en flor. También recoge la expresión estar en ciernes. La definición que ofrece es la siguiente: estar muy a sus principios, faltarle mucho para su perfección.
El Vademécum de la Fundéu dice sobre en ciernes:
Se dice de algo que ya ha empezado, pero que está muy en sus principios, lejos aún de su perfección. Por tanto, no debe emplearse como locución sinónima de "en trance". «Estamos en ciernes de una crisis gubernamental» es una frase incorrecta, porque el proceso, al menos públicamente, no ha empezado. (Cfr. Wikipedia)
Este último caso tal vez sea influencia del verbo cerner en su significado de amenazar de cerca.
Qué interesante resulta investigar el significado de las palabras que utilizamos de manera cotidiana. ¿No le parece? Me encanta el subtítulo de este artículo: La dominación carismática en ciernes. Y es que con cinco palabras estamos definiendo a AMLO (el Peje), y a su partido: MORENA.

La Casa del Puente Cholula Puebla

La dominación carismática no es una opción descabellada
Ya he comentado en esta columna la tipología ideal de dominación de Max Weber. Se trata de una herramienta de investigación maravillosa porque nos permite comprender  la compleja actividad política que nos tocó vivir en México.
Muy esquemáticamente la dominación tradicional, la del príncipe, la del monarca, encontraría su mejor ejemplo en la mayoría de los gobiernos del Partido Revolucionario Institucional. Ya hablaré de esto en mi próximo artículo.
En cuanto a la dominación moderna, legal, aunque con muchas restricciones (hay que recordar que se trata de tipos ideales) el mejor ejemplo sería el del Partido Acción Nacional. Ya lo comenté en mi entrega anterior. Al menos en los gobiernos de Fox y Calderón hubo cierta racionalidad económica.
Por su parte, la dominación carismática, es la de los jefes guerreros elegidos, los presidentes plebiscitarios, o los jefes de los partidos políticos. Ah y también la de los líderes religiosos: los iluminados.


Los líderes carismáticos pueden resultar modernizadores
Hay muchos ejemplos de dominación carismática, Napoleón sería el clásico guerrero, emanado del pueblo que gracias a su astucia y arrojo, modernizó Francia. Las reformas napoleónicas se sienten todavía en el mundo occidental en las esferas jurídica y educativa.
Pero hay muchos otros, Gandhi y la independencia de la India; Juan Pablo II y la revitalización del catolicismo. Son dos líderes carismáticos, que aun cuando religiosos, resultaron también modernizadores.
 En México se me ocurren tres ejemplos. Porfirio Díaz antes de convertirse en dictador, que inició la industrialización de nuestro país; Lázaro Cárdenas y la justicia social durante su gobierno; y López Obrador y sus promesas en nuestros días.
También ya he comentado en este espacio el tema del carisma de AMLO. Esa gracia personal y extraordinaria, que se ha ganado a pulso en una campaña política que abarca gran parte de su vida. Estemos o no de acuerdo con él, es innegable que su entrega y pasión personal ha sido la clave para ganarse la confianza de millones de mexicanos.
  Sin embargo la complejidad de la transición democrática que hemos vivido durante las últimas dos décadas condena el carisma de AMLO a una especie de maldición satánica. En seguida me explico.

El que quiere el fin debe querer también los medios
El jueves pasado se presentó en la Casa del Puente de Cholula la licenciada Hortensia Herrera, dirigente de MORENA en Puebla. Estuvo apoyada por el Dr. Octavio Moreno. Me gustó su sinceridad, la entregada y vehemencia con que enaltecieron y defendieron a su líder AMLO.
Habían sido invitados para hablar de  la historia y de los valores de su partido MORENA. Yo esperaba por lo menos una introducción sobre la filosofía de la social democracia moderna. Pero no, de principio a fin sus temas giraron alrededor de la personalidad de AMLO y de su trayectoria política.
Yo resumiría la plática, que aun cuando corta se tornó aburrida, en seis palabras: “AMLO es la salvación de México”. Y agrego: bueno sí puede ser. La historia está llena de líderes carismáticos que han influido en menor o mayor medida al progreso de la humanidad.
Ya mencioné a los mexicanos Porfirio Díaz y Lázaro Cárdenas. Y a nivel mundial a Napoleón, a Gandhi y a Juan Pablo II. Si estudiamos con cuidado la historia de estos cinco personajes, nos podemos dar cuenta de que tenían algo en común: unificaron a sus pueblos, a sus comunidades; valla hasta el diablo se sumó a sus filas.
Y en esto último es donde encuentro el talón de Aquiles de nuestro buen amigo el Peje. No ha sabido convencer, seducir, atraer al diablo a sus filas. Por el contrario su bandera es precisamente su rotundo rechazo al pacto político con el diablo. Aunque por otra parte sí está aceptando a muchos diablillos oportunistas en sus filas, que lo desprestigian.

Esta película ya la he visto varias veces
Y regresando a la plática de los morenistas en la Casa del Puente. Ya en las preguntas intentando ser propositivo le pregunté a Hortensia y a Octavio si está vez, es decir en las próximas elecciones del 2018 ya iban cuidar y a defender sus votos en las urnas.
Para mí es muy claro que si algún defecto ha tenido AMLO desde que ha perdido elecciones en su natal Tabasco, ha sido una insuficiente estructura partidaria para defender sus votos. Lo que acaba de suceder en el Estado de México lo confirma.
Yo esperaba una respuesta en positivo, incluyente, que aceptando el error, nos invitaran a los allí presentes a colaborar con ellos y vigilar las elecciones. Pero no, se soltaron con una serie de quejas ya muy gastadas. Las de siempre, por ejemplo “nosotros no tenemos ni para pagarle las tortas a nuestros representantes de casilla”.
Su apuesta, y lo dijo muy claro el sociólogo Moreno, es la de “ganar con el voto  masivo, que nadie pueda poner en duda”. Y esta película, estimado lector, me parece que ya la he visto varias veces.
Es muy probable que otra vez AMLO se quede en el camino. Él y su carisma contra el mundo. Ya nada más falta que hasta el oportunista PT se vaya con el PRI o con la coalición. Se niega a pactar con el diablo y ni siquiera nos pide a los ciudadanos independientes que le ayudemos. ¿Su presidencia carismática se quedará otra vez en una simple amenaza, es decir en ciernes? Usted qué opina.
(Nota: para los que recién leen esta columna, el diablo es la clase política.)

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