lunes, 23 de octubre de 2017

El TLCAN un divertimento

Alejandro Mario Fonseca
El divertimento es una forma musical que fue muy popular durante el siglo XVIII, compuesta para un reducido número de instrumentos. Los divertimentos solían mostrar un estilo desenfadado y alegre (en italiano, divertimento significa ‘diversión’). En francés se llamaba divertissement, y su plural en italiano era divertimenti.
Es una composición musical de forma similar a la suite, y al igual que ésta, estaba formada por movimientos de danza, aunque más cortos y simples, y más libres en su conjunto. Coincide con la serenata, nocturno, o casación, dándoles en ocasiones indistintamente un nombre u otro.
El número de movimientos que contiene es variable, no está especificado, entre 5 y 9, aunque hay ejemplos de hasta 13 movimientos. Al coincidir su aparición con el declive de la suite, tomó muchos aspectos de ella.
Como ya dije, estaba compuesta para un número reducido de instrumentos, en ocasiones solo instrumentos de viento, y también para tríos, cuartetos o quintetos. Hay casos de divertimentos dedicados a instrumentos solistas o a orquestas de cámara.
Nada mejor que la música, la buena música para relajarnos y si, divertirnos ante el escenario económico y político tanto nacional como internacional. Lo invito, amable lector, a que ponga de fondo musical un divertimento, y si es que me sigue leyendo, hágalo con suavidad: relájese, disfrútelo.

Paco Calderon. Reforma 22-oct 2017

Hay que ubicar a Trump en su justa realidad
Bueno, y ahora que ya estamos instalados en la atención mental plena, seguramente escuchando a Mozart o a Haydn, hagamos un esfuerzo paradójico y pensemos en Donald Trump, sí el magnate loco que se la pasa burlándose de nosotros los mexicanos  y amenazándonos.
¿Qué le parece la combinación de la música de Mozart con la imagen de Trump? Y a bote pronto, ridículo ¿verdad? Y si, es que Donald Trump es ridículo, es decir, causa risa por ser raro, extravagante o cómico: sobre todo a ritmo de Mozart.
Pero se me ocurre otra imagen todavía más grotesca, la del loco Trump desnudo. La ocurrencia no es mía, la vi en las redes, no sé, un poco antes de que Trump ganara: un grupo artístico anarquista instaló la obra en Manhattan, a pocos metros de un edificio que pertenece al ahora presidente.
Y para hacerlo todavía más divertido, cambie de disco ponga un cancán.  Si y ya para rematar, imagínese a Trump bailando un cancán.  Se trata de un baile de alta energía y exigencia física que se convirtió en un conocido music hall en la década de 1840, continuando su popularidad en el cabaret francés hasta nuestros días.
Originalmente bailado por ambos sexos, el canacán está tradicionalmente asociado al femenino. Sus principales características son las patadas altas, split y piruetas varias: enseñando los calzones.

¿Cómo va la renegociación del TLCAN?[

Y aquí si ya me pasé, no creo que Trump sea capaz de bailar un cancán, ni siquiera un paso doble, tampoco uno sencillo. Pero bueno, de lo que se trata es de divertirnos y es que así es cómo debemos tomarnos sus políticas.
Donald Trump va de error en error, de fracaso en fracaso. Todo se le apesta, todo le sale mal. Ya es una hazme reír mundial. Le urge que una de sus políticas cuaje, por eso es que está tan perro con sus amenazas y presiones contra México y Canadá.
Sin embargo, a pesar de que tenemos una presidencia débil e ignorante, en materia de diplomacia internacional, al menos en esta ocasión, parece que la vamos librando.
Y bueno, es que no se necesita ser muy inteligente para darse cuenta de que los más perjudicados con las exigencias de Trump, serían las grandes empresas multinacionales norteamericanas: automotrices y agrícolas principalmente, pero también muchas otras.
Pero de todas las necedades del magnate, la más irracional, retrógrada e inviable es la de imponer un límite temporal de cinco años a la vigencia del TLCAN. Los principales sectores que se han fortalecido con el tratado involucran tanto a empresas multinacionales como a redes de empresas medianas, pequeñas y hasta familiares.
¿Qué empresario grande o mediano en su sano juicio estaría dispuesto a arriesgar su capital en proyectos con una vigencia máxima de cinco años? ¿Cómo recuperar el capital invertido en tan poco tiempo?
Se trata de una fanfarronada que a todas luces no es aceptable ni para México ni para Canadá; pero tampoco para los empresarios norteamericanos. En el mundo empresarial moderno la inversión de capital requiere de certidumbre.

El principio de Peter
Pero no nos agüitemos, no nos enojemos por las necedades a las que ya nos acostumbró el loco Trump. Mejor tomémoslo a broma. Y nada mejor que el cartón de Calderón del diario Reforma de este último domingo.
En 1910 el filósofo español José Ortega y Gasset acuñó el siguiente aforismo: “todos los empleados públicos deberían descender a su grado inmediato inferior, porque han sido ascendidos hasta volverse incompetentes”.
Ya en 1969 el profesor Laurence Peter de la Universidad del Sur de California llevó la máxima de Ortega y Gasset a las ciencias de la  administración.
 El principio de Peter o principio de incompetencia de Peter está basado en el “estudio de las jerarquías en las organizaciones modernas”.​ Afirma que las personas que realizan bien su trabajo son promocionadas a puestos de mayor responsabilidad, a tal punto que llegan a un puesto en el que no pueden formular ni siquiera los objetivos de un trabajo, y alcanzan su máximo nivel de incompetencia.
En otras palabras, en una jerarquía, todo empleado tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia: “la nata sube hasta cortarse”. Trump y Peña resultan dos tipos ideales  del principio de Peter en su máxima  expresión. Pero regresemos a la diversión, los monos de Calderón están divertidísimos.
El cartón está dedicado al asesor comercial de Trump, Peter Navarro. Y es que este otro Peter recientemente expuso sus principios en una circular en la que afirma que el “libre comercio provoca… menor planta productiva, menos matrimonios, más divorcios, menos natalidad, más abortos, familias mono parentales, niños pobres, violencia familiar, indigencia, drogas, crimen,… y muertes”. Ja ja ja.
Y ya para rematar, Calderón consigna: Híjole, y yo que me reía de Evo Morales… por decir que comer pollo causa homosexualidad.
Así que estimado lector, insisto, no se agüite y tómese las tonterías de Trump y las de sus corifeos con una sonrisa. Después de todo si el TLCAN llegara a su fin, ahora sí México tendría que replantear sus políticas económicas con mayor responsabilidad. Nos urgen tanto un verdadero plan de desarrollo nacional como gobiernos más responsables.

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