jueves, 14 de diciembre de 2017

¿Una amnistía para los líderes de los cárteles?

Alejandro Mario Fonseca
La noticia apareció en casi todos
 los medios, tomo la de la revista Proceso. Aparece manta en Morelos: ofrecen $100 mil por cada cabeza de policía tras masacre de Temixco.
 Una manta que podría ser del Cártel Jalisco Nueva Generación, acusó directamente a Jesús Alberto Capella Ibarra, titular de la Comisión Estatal de Seguridad Pública (CES), de ser el responsable de la masacre de Temixco, y también ofrece 100 mil pesos “por cada cabeza de policía de Morelos o Mando Único”.
La manta fue localizada en uno de los puentes de la autopista del Sol, donde se culpa y reclama al jefe policiaco por la masacre de cuatro mujeres, un adolescente y una bebé, en un domicilio de la colonia Rubén Jaramillo, en Temixco, el pasado 30 de noviembre.
De este hecho, estimado lector, lo que yo quiero destacar es la reacción que tuvieron el diputado federal priista, Matías Nazario Morales y el senador independiente Fidel Demédicis Hidalgo: demandaron por separado, la intervención de la Procuraduría General de la República (PGR), e incluso la atracción del caso Temixco.

Gueera contra el narcotráfico en México. Foto: Wikipedia

¿Ya nadie cree en el gobierno?
Lo que argumentan es lo más preocupante: “una fiscalía que en los hechos ha demostrado ser una dependencia bajo el mando del Comisionado Estatal de Seguridad Pública no puede conducirse con imparcialidad y profesionalismo en este caso”. Esto sostuvo Nazario Morales, en su documento
 Y remató “hace tiempo que los ciudadanos hemos perdido la confianza y la credibilidad en nuestras instituciones encargadas de la seguridad pública y la procuración de justicia”.
Pero Demécis Hidalgo fue todavía más a fondo al señalar que “al final de la cadena de mando, el superior jerárquico tanto del comisionado como del fiscal, es el gobernador Graco Ramírez”.
A todas luces el gobierno, en este caso el estatal de Morelos, carece de confianza pública. ¿Por qué? porque Las circunstancias en las que ocurrió la masacre no han sido esclarecidas. La versión oficial es que las muertes fueron producto del fuego cruzado, sin embargo, hasta el momento los cinco detenidos producto de los operativos, fueron puestos en libertad por violación del debido proceso o por falta de elementos probatorios. Lo de siempre.
Y digo “lo de siempre”, porque ya se volvió costumbre: la inseguridad y la injusticia campean en todos los ámbitos de la vida económica política y social de nuestro país.

El origen del mal
Los legisladores, más allá de que trabajen para grupos políticos contrarios al gobernador perredista Graco, están insistiendo en un tema que ya de tan cacareado resulta hasta aburrido; lo que no significa que no debamos prestarle suficiente atención.
Es más, vista la petición de los legisladores con el suficiente cuidado, nos está dando pautas para la comprensión cabal del fenómeno de la relación de los políticos con los criminales. E incluso puede resultar útil para colaborar con propuestas serias para resolver el problema.
De ninguna manera se trata de acusar al gobernador Graco de nexos con el crimen organizado. No, pero para el análisis político en términos generales el caso es ilustrativo de que el origen del problema es político.
Y vaya que lo es. No obstante que el problema es viejo, no fue sino hasta el gobierno de Felipe Calderón cuando se convirtió en el monstruo incontrolable de hoy en día.
Y es que haber llevado al ejército a las calles sin una estrategia bien pensada y estudiada se tradujo en violencia institucional indiscriminada: corrió mucha a sangre y sigue corriendo.
Calderón urgido de legitimidad, actuó “a la mexicana”, improvisó: se armó hasta los dientes y declaró la guerra al narco, sin pensar en los alcances ni mucho menos en las consecuencias.

“Haiga sido como haiga sido”
Una estrategia conscientemente planeada hubiera tomado en cuenta la corrupción heredada de los grupos policiacos; la protección política de la que ya gozaban algunos grupos; y lo más delicado, las redes de lavado de dinero a través de los  sistemas bancario y financiero.
Desde luego que de lo que estoy hablando aquí es de un estudio preliminar del problema, expresando las ideas más generales con las cuales trazar un verdadero plan para la lucha contra el narco. Y que también requeriría de la participación de especialistas, además de tiempo y recursos.
Pero a Calderón le urgía actuar, había llegado a la presidencia “haiga sido como haiga sido” con un margen de legitimidad casi nulo: tenía que actuar rápido y hábilmente para sorprender a los mexicanos. Y vaya que nos sorprendió. Sembró el terror al grado de que los mexicanos vivimos en una crisis permanente de incertidumbre y desasosiego.
Hoy en día nuestras vidas y las de nuestras familias carecen de seguridad, de confianza y de certeza: vivimos en la intranquilidad permanente.
Al igual que Fox “el bufón de Los Pinos”, Calderón careció de la entereza del estadista que necesitábamos, siguió sus pasos y lo superó con creces. Y lo peor de todo, Peña Nieto también.

La “amnistía” que propone AMLO
Andrés Manuel López Obrador es especialista en atraer los reflectores. La semana pasada en aras de restarle importancia al destape de José Antonio Meade como candidato del PRI a la presidencia, declaró:
Hay que hablar con los mexicanos, con todos. Y hay que plantearles que todos podemos ayudar a que haya paz en el país. Vamos a explorar todas las posibilidades. Desde decretar una amnistía, escuchando también a las víctimas, hasta exigir al gobierno de Estados Unidos que lleve a cabo campañas para aminorar el consumo de drogas”.
 Y ante la pregunta de si esta amnistía sería para los líderes de los cárteles, AMLO respondió: “Vamos a plantearlo. Lo estoy analizando…”
De inmediato la clase política brincó contra AMLO. Los más rudos fueron los priistas, desgarrándose las vestiduras lo acusaron de querer hacer de México un “narco Estado”.
Es increíble la habilidad política del tabasqueño. No se dan cuenta de que está poniéndolos a “bailar a su ritmo”. Además, con su declaración nos pone a los mexicanos frente a un espejo, donde nos vemos como una sociedad dividida y sin liderazgo gubernamental. Una sociedad incapaz de encontrar puntos de acuerdo básicos para apagar un incendio que sigue destruyendo nuestros hogares, nuestros negocios, nuestro  país y nuestro futuro. (Cfr. L. A. Espino, Revista Vuelta).
La propuesta de AMLO no es tan descabellada, los  incendios descontrolados suelen apagarse utilizando como último recurso una gran explosión. ¿Qué le parece?

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